domingo, 14 de abril de 2013

Crisis política y democratizacion interna de los partidos.

Crisis política y democratización interna de los partidos
http://verdesgrupoverdealcorcon.com/2013/04/crisis-politica-y-democratizacion.html

Crisis política y democratización interna de los partidos


Llevamos casi seis años de crisis económica mundial y parece que no nos hemos dado cuenta aún de la que se nos avecina en España: una crisis política. La inutilidad de nuestros gobernantes, circunstancia acentuada, encima, por la corrupción, está haciendo que el voto se fragmente hacia dos partidos emergentes UPyD y IU que no parece, desde luego, aunque se empeñen algunos en decir lo contrario, que vayan a tener “el sentido de Estado” necesario para llegar a pactos estables de gobierno.
Francamente, no sé qué panorama nos espera, pero con UPyD + IU sumando alrededor de 50 escaños (si es que no llegan a sobrepasar a PPSOE, si la crisis económica se acentúa) parece razonable pensar que quieran cambiar la ley electoral y convocar nuevas elecciones con la nueva ley ya vigente. Y con tal horizonte, con la que está cayendo en Cataluña y con la crisis borbónica siempre de actualidad: no me extrañaría nada que se abriera un periodo constituyente en 2016 o 2017.
Cuando digo “parece que no nos hemos dado cuenta de la que se nos avecina”, me refiero a que la participación “formal” en política está en horas realmente bajas, demasiado para lo que la realidad nos exige. El activismo de los años 60 y 70, previos a la crisis política de “la transición” pasaba por crear partidos políticos en la clandestinidad, para tratar de surgir con fuerza llegado el momento, ahora, ¿qué se está haciendo? El activismo de la gente de mi generación -y gente de diez años más- está evolucionando desde el ”no nos representan”, hacia potenciar los escraches y vaciar de contenido las reivindicaciones de “democracia participativa” que se hacían desde el 15M.

Ese populismo de “exigir soluciones” y “no articular una alternativa” dentro de la política institucional, puede acentuar la crisis política que vengo anunciando. Y es el momento de plantear alternativas para tratar de que evitar que esto ocurra. Es de cajón, más crisis política es igual a: menos eficacia a la hora de atajar la crisis económica, peor clima social. Así que algo habrá que hacer entre todos.
Creo que el gran reto político de estos próximos años es conseguir ilusionar a los abstencionistas para que vayan a votar, a los activistas para que se enrolen en un partido político y a los políticos con ideas a que den el paso para presentarse candidatos. Todo al mismo tiempo. Y creo que es nuestra responsabilidad aceptar que todas las fuerzas políticas son necesarias, que las obsoletas estructuras de PP y PSOE, aunque sean un peso muerto, sirven -aún- de dique de contención para que los otros partidos “no crezcan demasiado rápido”. Al fin y al cabo el número de afiliados de PP + PSOE es de 1.400.000 personas, mientras que UPyD, por ejemplo, no llega apenas a unos pocos miles. No quiero ni imaginarme la catástrofe política que podría sobrevenir si un partido como UPyD -que no ha profundizado en casi nada su programa político- obtuviese casi de la noche a la mañana, mayoría absoluta. Bueno, tampoco me quiero poner agorero, porque donde quiero poner el acento es en que el número de afiliados de UPyD es francamente bajo comparado con su crecimiento en las encuestas: eso es lo que me preocupa.
Hay que potenciar la afiliación de gente con ideas en partidos políticos, y lamentablemente, ni PP, ni PSOE, ni UPyD, ni IU lo están consiguiendo. Cada cual tiene su mensaje y llega a quien llega y a nadie más. Hacen falta, pero hacen falta otras alternativas que terminen por ilusionar a ese 47% de abstencionistas que se estima. Y esas alternativas, bien se llamen partidos locales independientes, partidos regionalistas, ecologistas o partidos que defiendan de una u otra forma “simplemente” una mejora de la democracia: deben todos afrontar el reto de la democratización interna. Deben demostrar con hechos, como las listas abiertas internas, que el afiliado o que incluso el simpatizante, tiene poder real de decisión sobre los órganos de dirección de los partidos.